Busca un lugar fresco y seco

El enemigo número uno del jabón es el agua estacada, intenta guardarlos en jaboneras con orificios de drenaje para que se escurra el agua y el jabón se seque bien entre sus usos.

Busca un lugar seco para colocar la jabonera, un estante ventilado o cerca de una ventana es lo ideal. Recuerda que el calor excesivo también puede ablandar el jabón y acelerar su deterioro.

Permítele respirar

No apiles los jabones, es decir, no los pongas uno encima de otro, ya que no dejas espacio libre para que el aire circule y así evitar la formación de moho.

Si quieres guardar los jabones sin usar durante un tiempo largo, puedes envolverlos en papel encerado o tela transpirable para evitar que cojan polvo o humedad.

Trátalo con cariño

No frotes el jabón con demasiada fuerza durante su uso, con un ligero masaje y agua es suficiente para crear espuma.

Nunca dejes el jabón sumergido en agua durante mucho tiempo, esto hará que se ablande y se deshaga antes.

Usa agua fría o tibia para lavarte, el agua muy caliente hace que se disuelva con rapidez.

Un cariño extra

Puedes frotar tu jabón con un poco de aceite de oliva de vez en cuando, ayuda a mantenerlo hidratado y evitas que se agriete.

Si notas que se ha formado moho en la jabonera, puedes limpiarla con un solución de vinagre blanco y agua.

Variedad es la clave

Rota el uso de tus jabones artesanales para ninguno se quede mucho tiempo sin usar.

Presta atención al aspecto y textura, si notas ablandamiento, decoloración u olor desagradable, es mejor desecharlo y comenzar con uno nuevo.

Y recuerda, cuidar y conservar tus jabones artesanales no sólo prolongará su vida útil, sino que también podrás disfrutar al máximo todas sus propiedades y beneficios para tu piel.

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